Si nada cambia, el próximo 16 de septiembre, es decir, en poco más de un mes, el distrito de Ciutat Vella hará efectiva la orden de precinto de la asociación cultural La Virgen, local del Raval que lleva seis años programando actuaciones de músicos de distintos estilos. El motivo del precinto es que la actividad del local no se ajusta a la licencia. Algo que sucede a la gran mayoría de los locales que, a sabiendas de que se la juegan, apuestan por ofrecer un escenario, por precario que sea, a los músicos menos conocidos, «para que Barcelona sea algo más que la ciudad de los macrofestivales», apunta Sergio Marcovich, presidente de la asociación de nuevo en jaque -es la tercera vez-, que ayer por la tarde llevaba reunidas 3.813 firmas en su petición de Change.org para un cambio en la normativa que no obligue a parte de la música en directo a la clandestinidad, cambio que la nueva dirección del Instituto de Cultura de Barcelona (Icub) asegura haber puesto entre sus prioridades.
Desde hace más de un año, un grupo de entidades culturales, promotores y artistas claman por modificar la normativa para permitir las actuaciones «en horario responsable» -subrayan- sin necesidad de una licencia específica, algo que con la a sus ojos conservadora normativa actual se antoja inaccesible a muchos espacios. De La Virgen al veterano Heliogàbal, que lleva 20 años «relegado a ese espacio entre la alegalidad y la semidelincuencia», ironiza Miquel Cabal, director adjunto del local de Gràcia.
«La norma actual no hace distinciones. No importa si soy yo con una guitarra acústica o los Pink Floyd. No se puede exigir lo mismo a un local de 70 metros que apuesta por artistas fuera de los grandes circuitos que al Apolo», denuncia Marcovich en una crítica compartida por pequeños programadores y artistas.
LEY MARCO DE LA GENERALITAT
La nueva comisionada de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Berta Sureda, defiende que acabar con la clandestinidad que denuncia el sector -tanto los locales, como los artistas- es una de las primeras medidas en las que está trabajando el nuevo equipo de gobierno, pese a ser conscientes de que las competencias del municipio llegan donde llegan (la ley marco es de la Generalitat).
«Trabajamos en dos líneas. Por un lado, en septiembre publicaremos una nueva convocatoria de ayudas económicas para insonorizar locales, y por otro buscaremos todo lo que se puede hacer desde el ayuntamiento para flexibilizar la norma», detalla Sureda, quien está en conversaciones tanto con los responsables de Ciutat Vella -que concentra el mayor número de locales afectados por esta norma- como con los impulsores de la campaña (inspirada en la norma inglesa de la Live Music Act) de la que forman parte locales como el Café Mandacarú o el Nostrebar -este segundo apuesta por los vermuts-concierto en la calle, también al margen de la ley-, ambos en el Poble Sec, barrio también con efervescencia cultural.
Coke Sánchez, responsable del Freedonia, en el 6 de la calle de Lleialtat, en el Raval, explica que programan música en directo desde el 2009 «para ofrecer espacio a los grupos que empiezan». En la misma línea programa también la tienda de discos Ultra-Local, en el Poblenou. Estos días el Freedonia está cerrado por obras. Consiguió una de las ayudas de la anterior convocatoria del Icub, que ha financiado la mitad de la obra. «Celebramos que esas ayudas se amplíen. Esa es la única vía», prosigue Sánchez, quien añade que reabrirán reformados el 10 de septiembre y que ya tienen la programación de otoño cerrada.
PETICIÓN DE LA SÍNDICA
Además del 50% del que habla Sánchez, Sureda agrega que la nueva convocatoria incluye también un 25% de la financiación por parte del distrito, para que los locales -la mayoría muy pequeños y con pocos recursos-, paguen solo el 25%. «Queremos promover la cultura en vivo y trabajaremos en adaptar la norma, pero para nosotros es también muy importante la convivencia con los vecinos», afirma Gala Pin, concejala de Ciutat Vella, para quien una de las principales trabas para parar la orden de precinto de La Virgen es la instancia de la Síndica de Greuges, quien les ha requerido que actúen sobre el local por quejas vecinales, que a los impulsores del local dicen no constarles.
«Haremos lo posible para que puedan seguir con su actividad, muy valorada en el barrio, pero uno de nuestros compromisos es hacer más caso a la Síndica», añade.
LAS CONTRADICCIONES
Ramon Puj, responsable del Cronopios, asociación cultural de Ferlandina, pone sobre la mesa la contradicción municipal de fomentar la cultura «de base» con proyectos como la coordinadora Raval Cultural -creada por el anterior gobierno y que todos aplauden-, y por otro lado, ordenar precintos. Confían en que el compromiso de Sureda -en la línea de lo que llevan tiempo reclamando- ponga fin a esa paradoja.
Helena López, el Periódico